La mejor forma de elegir a los padrinos del bebé (¡y no la supe antes!)

El tema de quiénes serán los padrinos nos ronda a los padres ya cuando se nota la panza y es que muchos de nuestros familiares y allegados quieren ser los padrinos del bebé. Hay casos en los que no nos dicen nada y en el fondo de sus corazones esperan la noticia, y como otros que todos los días te llaman por teléfono y dándole regalos a sus auto-proclamados ahijados.

No es una tarea fácil la decisión de elegir el padrino y la madrina del bebé. Más aún cuando no compartes la tradición del bautismo. Este fue y es mi caso.

No, no creo en el bautismo. Estoy algo segura que esta ‘repulsión’ personal comenzó ya que desde temprana edad me nombraban la ‘madrinita’ de todo divino ‘primito’ que nacía y que incluso nunca me explicaron de qué se trataba mi nuevo cargo. Ya desde que era la madrina ‘de puerta de iglesia’ se esperaba que asistiera al evento ya que era como la pajecita. Cabe destacar, que eso de la madrina de puerta de iglesia es mera excusa para no dejar a nadie por fuera, y es que el venezolano se caracteriza por mantener contentos a todos y si no se puede se idea la forma.

Fui a varios bautizos y todos iguales. Un cura que insistía que el bautismo era un evento sagrado y no una excusa para beber, mientras todos entaconados, peinados y olorosos se preguntaban con señas a qué hora terminaba la misa. El cura tenía -un tantico- de razón. Muchas personas se sujetan de la ‘excusa’ que cualquier evento es motivo de compartir unas cajitas de cerveza y para ellos esto es ‘cualquier evento’.

Cuando ya el momento de bautizar llega, se cuela cada persona en el momento que se supone es el más sublime de todos: llega la vecina, la borrachita, el tripón que lloró toda la tarde a pelearse por un piecito del bebé, la tía metiche y todos se suman a ser parte de la manada de padrinos. Ya terminado el bautizo, se reparte la gente en los carros y nos vamos a la rumba.

Debemos añadirle además, esa superstición simbólica que este ritual tiene y esto va para aquellos que creen en el mal de ojo y otras historias de terror. Se cuenta que los niños que no son bautizados a tiempo corren el riesgo de ser robados por duendes y brujas por las noches (¡Uy!). Aunque, aquí entre nos, ¿cuantos bebés de padres ateos, mormones y evangélicos no habrían desaparecido de sus camitas?.

Después de todo el drama, ser ‘la madrina’ o ‘el padrino’ es como un título súper-mega-especial que se confiere al mejor postor. Es un lugar especial para todas las tías y tíos que se quieren destacar en la vida de la nueva criatura. Pero lo cierto es que no pasa de allí. Llamar ‘madrina’, ‘padrino, ‘ahijado’, ahijada’, ‘comadre’ y ‘compadre’, además del compromiso de comprarle algo a ese ahijadito que ya no te acuerdas su nombre.

Mi experiencia

Cuando Chlo estaba en mi barriga, mi entorno de amistades y familiares cercanos se fue transformando poco a poco. Amigazos se alejaron y familiares se acercaron. Cosas que una pancita, al parecer, tiene el poder de hacer. En mis consultas, ecogramas, mis achaques y mis antojos siempre existían varias personas cercanas, específicamente, unos primos con quienes me crié en mi infancia. Estaba segura que ellos serían los padrinos ideales para mi bebé ya que de seguro para ellos significaba mucho. Tomé la decisión de no comentárselos hasta que la bebé naciera para que no se sintieran comprometidos o esperar que pasara ese tono de la panza que enamoraba. Lamentándolo mucho, mi primo, ese padrino perfecto, falleció cuando tenía siete meses de embarazo y no él nunca lo supo. Me sentí terriblemente mal -además de todos los sentimientos que la muerte de un familiar trae- ya que nunca le comenté de mis deseos que el fuera el padrino ya que su curiosidad era infinita.

La única persona que sabía de mi decisión era mi esposo y mi madre. Les comenté que aún quería mantener la idea y no comentarle a quien quería que fuera la madrina. Llegó mi parto y al salir de cuarentena le hice un detallito a la candidata ganadora preguntándole si quería ser la madrina de Chlo. Entre lágrimas ella aceptó y me confesó que sabía de eso porque mi mamá le había comentado con lo preocupada que estaba por mi paso por el dolor de la muerte de Juan. El caso es que luego de que le pidiera a ella que fuera la madrina, Chlo no dejaba de llorar cada vez que la veía. Era un rechazo que me apenaba (y aún me apena) enormemente y que hizo – supongo – que ella terminara alejándose de mí, de mi familia y de mi casa.

Un día, el hermano de mi primo me realizó la propuesta de ser el padrino de Chlo. Sentí que sus intenciones eran las más puras y amorosas para mi bebé. Él sabía que su hermano era quién yo ideaba y que en mi tristeza me negaba a tratar el tema. Por eso, sin mucho ahondar, su trato era cuidar de la niña y enseñarle que existe un Dios amoroso que siempre la vigilará y la protegerá, que solo hay que tener fe y hacer las cosas bien para que todo marche como debe ser. Por supuesto que acepté, aunque muy en el fondo, me decía que Chlo tenía un padrino mágico por siempre.

Recomendación personal

Sea cual sea nuestra posición con respecto al bautismo, somos nosotros -el padre y la madre- quienes poseen toda la potestad del hijo y si les enseñarán o no un camino a seguir (o dos en algunos casos). El bautismo es un rito cristiano que ha pasado por generaciones y se ha convertido en un ritual tradicional que tiene trenzada muchas creencias y supersticiones. Sea como sea y como dije anteriormente, los padres somos quienes toman la decisión: bautizarlo o no y quienes serán los afortunados padrinos. No nos dejemos presionar por creencias que no compartamos solo por hecho de complacer y no seguir discutiendo. Defendamos con argumentos nuestros ideales y así enseñarles a nuestros hijos que no hay que tener miedo de enfrentar al mundo si no compartimos las ideas con los demás, que no está mal pensar diferente y que tampoco está mal pensar igual.

Nosotros decidimos ponerle padrinos a Chlo sin necesidad de bautizarla. Porque es nuestra hija y es nuestra experiencia personal. Mi recomendación es dejar que el niño o la niña socialice con las personas que tiene a su alrededor: familiares, vecinos, amigos y conocidos. Según la empatía de ambas personas tendrás a los padrinos ideales para tu bebé. Te deseo mucha suerte.

¿Y tú? ¿Cuál es tu percepción del bautismo? ¿También te costó elegir los padrinos de tu bebé? Me encantaría leer tu historia.

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